11 May Un viaje hacia el ocho acostado… Ep. 02
-Si eres capaz de leer mi mente, sabrás que viajo sola…- Dijo Jen
-Esto bien puede ser una invitación a sentarme ya que el asiento está libre… o un simple rechazo a la sociabilidad- dijo la voz pausada, sosegada, mostrando que sus objetivos estaban cumplidos y que ahora solo le faltaba disfrutar de un relevo cercano. Un cierto punto de humor hizo que las palabras bailasen al ser pronunciadas.
Jen dudó en mostrarse enfadada o esforzarse en parecer abierta a conocer otros individuos o entes. Curiosamente, un nómada no puede mostrarse reticente a descubrir personas o lugares que le puedan aportar cobijo o alimento, pero ella sabía sacarse las castañas del fuego fácilmente. Fuera ético o no… La curiosidad por ver si era casualidad o no que le adivinara el pensamiento mandó sobre su brazo, y le instó a hacer un gesto cortés para que el nuevo amigo se sentara.
-Buena elección, y …. Sí.
-¿Sí a qué?- Jen ya no sabía qué cara poner..
-He visto pocas mentes tan claras como las tuyas… eres transparente, con una memoria muy clara y definida….
-El desconocido empezaba a inquietar a la Peregrina, que se sentaba cada vez más erguida.
-El desconocido empezaba a inquietar a la Peregrina, que se sentaba cada vez más erguida.
Los caballos de vapor del tren empezaron el galope a cámara lenta, haciendo del movimiento una leve intuición. La inercia empezaba a inclinar el mundo exterior cuando Jen por fin pronunció….
-Explícame quien eres, de donde vienes, dónde vas… y porqué quieres acompañarme….- hizo una pausa para coger aire, mientras mostró su ojo mecánico completamente contraído analizando cada detalle de su acompañante.
-¿Y si te dijera…. que somos compañeros de profesión?¿Cuánto hace que tienes encerrada tu vocación en el fondo de tu alma, encerrada entre rejas de mentiras y palabras forzadas…. los barrotes de humo que cubren a tu verdadero “yo” no aguantarán toda la vida.- la tranquilidad con la que dejaba salir las palabras de su boca contrastaba con el mensaje que portaban. – he venido aquí a liberarte de tí misma.
La cara del individuo salió un poco más de la capucha que lo escondía, permitiendo al haz de luz chocar con su piel ceniza, haz de luz que salía del techo y marcaba un rostro muerto, sin carne, sólo hueso, ojos y restos de lo que fueran músculos. Los huesos se deformaron para marcar una sonrisa, literalmente de oreja a oreja, de hemisferio izquierdo a hemisferio derecho, sin dejar ver si existía algún trópico de su cara sin sonrisa. Un relámpago atravesó la ventana y mostró la falta de carne en el interior de su boca.
La cara de Jen cambió por completo. Hacía rato que escuchaba el silbar repetitivo y arenoso de un hombre que portaba sus propios pulmones en una caja, conectados a su cuerpo a través del abdomen, y el cual la miraba fijamente. Ahora ese ruido le recordaba el sonido de huesos crujiendo, el sonido que ella mismo había provocado años antes…. ese sonido blanco, irregular, punzante. Ahora Jen se encogía y se hacía pequeña ante algo que no lograba entender.
En el exterior centenares de rayos crepitaban al unísono para hacer llegar la electricidad a todos los puntos del tren. Las líneas recargadas del fuselaje del convoy chocaban contra el viento, que acariciaba la nave de delante hacia atrás apretándola, dándole forma. La velocidad era ahora ingente, entre rayos de luz y vapor de diésel, entre engranajes vistos en la carcasa del tren y acabados dorados y metálicos, recargados, románticos. Aún no sabía Jen a dónde se dirigía, dónde iría a parar, pero ya era consciente que el viaje le cambiaría la vida, o la muerte….
El brazo del ser pálido se estiro por encima de la mesa floreada y tallada a mano que los separaba, y tocó la mano de su compañera de viaje. En ese momento, ya no había marcha atrás. Jen se desmayó.
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